Hoy, después de mucho tiempo sin escribir nada en el blog, me he decidido a retomar la actividad, y que mejor manera que dedicando un pequeño espacio a la obra de un artista que tuvo que pelear por su estilo artístico en un momento en el que las vanguardias desarrollaban otro tipo de arte, en fin, un luchador, rebelde o como se quiera llamar, que no se dejaba influenciar por las tendencias del momento. Me refiero por supuesto a Edward Hopper
Esta entrada va dedicada a un buen y gran amigo que se que le va a fascinar la obra por ser un gran admirador de Hopper. Va por ti Daniel García.
Lo primero de todo es introducir a este gran artista así que ahí va su biografía.
Hopper nació en Nyack, ciudad a orillas del río Hudson en el seno de una familia burguesa, entra en 1900 en la New York School of Art. Allí coincidirá con otros futuros protagonistas del arte estadounidense de principios de los años cincuenta como Rockwell Kent, Eugene Speicher o George Bellows.
Tras conseguir su título, Hopper obtuvo su primer trabajo como ilustrador publicitario en la C. Phillips & Company.
En 1906, viaja por primera vez a Europa con destino a París, donde experimentará con un lenguaje formal cercano al de los impresionistas. Un año mas tarde, viaja a Londres, Berlín y Bruselas. Su estilo personal, comienza a forjarse en 1909, durante una segunda estancia en París de seis meses, llegando también a pintar en Fontainebleau y Saint-Germain.
Su pintura se caracteriza por el juego entre luces y sombras, de Edgar Degas aprende la descripción de los interiores, que perfecciona en su último viaje al extranjero en 1910 a Francia y España, y por su temática en el que representa la soledad. Mientras tanto, paralelamente a su estilo en Europa se consolidaban el fauvismo, el cubismo de Picasso y Braque y el arte abstracto de Kandinsky, Hopper se siente más atraído por los impresionistas como Manet o Pissarro y realistas como Coubert o Daumier y por un pintor anterior a los anteriores: Francisco de Goya.
Regresa definitivamente a Estados Unidos, donde permanecerá hasta su muerte. En estos momentos abandona las nostalgias europeas que le habían influido y trabaja con temas relacionados con la vida cotidiana estadounidense, adaptando su estilo a la vida cotidiana. Entre los temas que aborda, abundan sobre todo las representaciones de imágenes urbanas y de acantilados y playas de Nueva Inglaterra.
En 1918 se convierte en uno de los primeros integrantes del Whitney Studio Club, un centro para artistas independientes de la época.
El éxito conseguido con una exposición de acuarelas en 1923 y al año siguiente con otra exposición de lienzos hacen de Hopper el autor de referencia de los realistas que pintaban escenas estadounidenses.
A través de imágenes urbanas o rurales, inmersas en el silencio, en un espacio real y metafísico a la vez, Hopper consigue proyectar en el espectador un sentimiento de alejamiento del tema y del ambiente en el que está inmerso bastante fuerte por medio de una esmerada composición geométrica del lienzo, por un sofisticado juego de luces, frías, cortantes e intencionadamente "artificiales", y por una extraordinaria síntesis de los detalles. La escena aparece casi siempre desierta; en sus cuadros casi nunca encontramos más de una figura humana, y cuando hay más de uno lo que destaca es la alienación de los temas y la imposibilidad de comunicación resultante, que agudiza la soledad.
En 1933 el M.O.M.A. le consagró la primera retrospectiva, y el Whitney Museum en 1950 la segunda. Hopper fallece el 15 de Mayo de 1967 en su estudio de Nueva York.
La obra de la que hablaré se titula "Mañana
de Domingo", lo suyo es que lo hubiera publicado mañana por la mañana pero esta mañana de Sábado invitaba también a publicarlo.
Si deseáis visitar la obra, esta se encuentra en el Whitney
Museum of American Art de Nueva York.
La obra fue realizada en 1930 en óleo sobre lienzo con unas dimensiones de 89 cm de alto por 153 cm. de ancho.
COMENTARIO:
Esta obra es una de las
escenas de la vida americana mas desoladoras que pintó Hopper. Sus obras suelen
estar desprovistas de personas y, cuando aparecen varias figuras, pocas veces
interactúan. Las largas sombras del cuadro evocan el paso del tiempo, la calle
vacía y las persianas medio bajadas transmiten una sensación de soledad y
melancolía, a pesar de los tonos rojo y amarillo. Al margen de que la escena
representa una hilera de edificios concretos del barrio Neoyorquino de
Manhattan, su curiosa frontalidad y su formalismo confieren al conjunto un
aspecto casi abstracto. Las fachadas son vulgares e inexpresivas, con sus ventanas vacías aunque en ningún caso estandarizadas, y no faltan la boca de incendio ni el poste de la barbería. Hopper dedica mucha atención a la reproducción precisa de la luz a lo largo de la franja de ladrillo rojo, tanta que el ojo se ve atraído por los detalles y por el lienzo siguiendo las rayas de sombra sobre el asfalto. Hopper ha deslizado una sensación de tiempo en su espacio sin que el espectador se percate y sin implicar ninguna narración.
El realismo de este artista se vio desfasado por el auge del expresionismo abstracto. No obstante su imaginación influyó en ámbitos tan diversos como el cine, la literatura y la música.
BIBLIOGRAFÍA:
El realismo de este artista se vio desfasado por el auge del expresionismo abstracto. No obstante su imaginación influyó en ámbitos tan diversos como el cine, la literatura y la música.
BIBLIOGRAFÍA:
- http://www.todocuadros.com/tienda/reproducciones-oleo/hopper/domingo-temprano
- http://art234.blogspot.com.es/2010/08/domingo-por-la-manana-temprano.html
- https://es.wikipedia.org/wiki/Edward_Hopper